De la revista Newsweek del 20 de julio de 1998- Reporte
especial “La Ciencia encuentra a Dios” por
Sharon Begley:
Allan Sandage:
Se podría suponer que, a medida que los
científicos profundizan en los secretos del Universo, Dios pasaría a un plano
cada vez más secundario. Sin embargo, no fue así para Allan Sandage (científico, que estudia a
las estrellas por décadas, con observaciones desde Chile hasta California). Al igual que cualquier otro astrónomo del
siglo XX, Sandage se dio cuenta que, mediante las observaciones de estrellas
distantes, podía calcularse la velocidad a la que se expande el Universo y su
edad (aproximadamente 13,800 millones de años). Pero Sandage quien dice era
“casi un ateo desde la niñez”, no dejaba de enfrentarse a misterios a los que
no lograba encontrar respuestas en la observación de brillantes supernovas. Uno
de esos misterios es ¿por qué existe la materia en lugar de la nada absoluta?.
Llegó el momento en que Sandage desistió de responder a esas preguntas por
medio de la razón y así, a los 50 años, accedió a reconocer la existencia de
Dios. “La ciencia me llevó a la conclusión que el mundo es mucho más complejo
de lo que la propia ciencia puede explicar”, dice. “El misterio de la
existencia sólo pude explicármelo mediante lo sobrenatural”.
Robert Russell:
Es sorprendente dónde han llegado los antiguos caballos
de la ciencia y la religión. A lo largo de
la historia, han oscilado entre el apoyo mutuo y el amargo antagonismo.
Si bien la doctrina religiosa propició el nacimiento del método empírico hace
siglos, la fe y la razón pronto tomaron por caminos distintos. Galileo, Darwin
y otros que se enfrentaron al dogma de la iglesia por sus investigaciones,
fueron acusados de herejes y la solución más civilizada que se encontró para
reconciliar la ciencia con la teología fue la de acordar que cada una
mantuviera su propio ámbito: la ciencia trataría de hallar las respuestas a
preguntas empíricas sobre el ¿qué? y el ¿cómo?; la religión se encargaría de lo
espiritual, o sea, del ¿por qué?. Sin embargo, a medida que la ciencia cobraba
más autoridad y poder desde comienzos de la “ilustración”, se fue perdiendo esa
distinción. . .
... ahora “la
teología y la ciencia están entrando en una nueva relación” dice el físico
convertido en teólogo Robert John Russell quien en 1981 fundó el Centro de
Teología y Ciencias Naturales en la Unión Teológica de Graduados de Berkeley...
... Los teólogos partidarios de la ciencia y los
científicos que no soportan el vacío espiritual del empirismo, están creando
institutos en los cuales se integran ambas vertientes...
Steven Weinberg
En 1977, el Premio Nobel de Física Steven Weinberg, de la
Universidad de Texas, comunicó una desalentadora interpretación: mientras más
comprendemos el Universo mediante la cosmología, menos sentido le vemos. Pero
ahora, la misma ciencia que parecía haber “matado” a Dios, está restableciendo
la fe, según algunos creyentes. Los físicos se han tropezado con señales de que
el cosmos está hecho a la medida para dar lugar a la vida y a la conciencia.
Resulta que si las constantes de la naturaleza, es decir, los valores
invariables como la fuerza de la gravedad, la carga de los electrones y la masa
de los protones, se modificaran en lo más mínimo (magnitud infinitesimal),
entonces el átomo perdería su integridad, las estrellas no brillarían y la vida
nunca habría surgido.
John Polkkinghorne,
Charles Townes:
“Cuando uno se da cuenta que las leyes de la naturaleza
tienen que estar coordinadas con máxima precisión para que den como resultado
el Universo visible” (dice John
Polkkinghorne, quien tuvo una distinguida carrera de físico en la Universidad
de Cambridge antes de hacerse pastor anglicano en 1982) “…es difícil resistirse
a la idea que el Universo no es casual, sino que tiene que haber un propósito
de EL”; y Charles Townes, quien compartió en 1964 el Premio Nobel de Física por
el descubrimiento de los principios en los que se basa el láser, dice más:
”Muchos sentimos que la inteligencia tuvo algo que ver con la creación de las
leyes del Universo”. . .
... Albert Einstein descarta el Universo ordenado de
Newton con su novedosa teoría de la relatividad. “La ciencia cojea sin la
religión. La religión es ciega sin la ciencia”, dijo después.
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